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Cuentos – GestuaL, mucho más que teatro https://www.gestual.es Teatro terapéutico, teatroterapia y terapias alternativas Wed, 05 Mar 2014 08:10:53 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.7.2 Todos los cuentos https://www.gestual.es/todos-los-cuentos Wed, 05 Mar 2014 07:58:16 +0000 http://www.gestual.es/?p=3024

SÉ TODOS LOS CUENTOS Yo no sé muchas cosas, es verdad. Digo tan sólo lo que he visto. Y he visto: que la cuna del hombre la mecen con cuentos, que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos, que el llanto del hombre lo taponan con cuentos, que los huesos del hombre […]]]>

Sé todos los cuentos

SÉ TODOS LOS CUENTOS

Yo no sé muchas cosas, es verdad.
Digo tan sólo lo que he visto.
Y he visto:
que la cuna del hombre la mecen con cuentos,
que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos,
que el llanto del hombre lo taponan con cuentos,
que los huesos del hombre los entierran con cuentos,
y que el miedo del hombre…
ha inventado todos los cuentos.
Yo no sé muchas cosas, es verdad,
pero me han dormido con todos los cuentos…
y sé todos los cuentos.

León Felipe

 

Poeta español, Felipe Camino Galicia de la Rosa, conocido como León Felipe (Tábara, Zamora 11 de abril de 1884  – Ciudad de México 18 de septiembre de 1968).

 

Existe una gran reflexión en el poema de León Felipe.

Despertar, salir de aquellos miedos y barreras impuestas. Descubrirte a ti para ser una persona más y más auténtica. Vivir tus valores y virtudes … y compartirlos con tu entorno. Esta es una mirada hacia ti mismo, hacia ti misma muy diferente. Esta mirada te potencia, te anima, te motiva y en consecuencia impregnas de esta energía a las personas con las que convives y ellas a muchas otras más. ¿Cuánto de diferente es vivir así?.

Despierta de este sueño impuesto y vívete, disfruta de quien eres.

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El buscador https://www.gestual.es/el-buscador Mon, 25 Mar 2013 14:04:15 +0000 http://www.gestual.es/?p=1973 Esta es la historia de un hombre al que yo definiría como un buscador…

Un buscador es alguien que busca; no necesariamente alguien que encuentra. Tampoco es
alguien que, necesariamente, sabe qué es lo que está buscando. Es simplemente alguien para
quien su vida es una búsqueda.

Un día, el buscador sintió que debía ir hacia la ciudad de Kammir. Había aprendido a hacer
caso riguroso de estas sensaciones que venían de un lugar desconocido de sí mismo. Así que lo
dejó todo y partió.

Después de dos días de marcha por los polvorientos caminos, divisó, a lo lejos, Kammir. Un
poco antes de llegar al pueblo, le llamó mucho la atención una colina a la derecha del sendero.
Estaba tapizada de un verde maravilloso y había un montón de árboles, pájaros y flores
encantadores. La rodeaba por completo una especie de pequeña valla de madera lustrada.
Una portezuela de bronce lo invitaba a entrar. De pronto, sintió que olvidaba el pueblo y
sucumbió ante la tentación de descansar por un momento en aquél lugar. El buscador traspasó
el portal y empezó a caminar lentamente entre las piedras blancas que estaban distribuidas
como al azar, entre los árboles. Dejó que sus ojos se posaran como mariposas en cada detalle
de aquel paraíso multicolor. Sus ojos eran los de un buscador, y quizá por eso descubrió
aquella inscripción sobre una de las piedras:

Abdul Tareg, vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días

Se sobrecogió un poco al darse cuenta de que aquella piedra no era simplemente una piedra:
era una lápida. Sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad estaba enterrado en aquel
lugar. Mirando a su alrededor, el hombre se dio cuenta de que la piedra de al lado también
tenía una inscripción. Se acercó a leerla. Decía:

Yamir Kalib, vivió 5 años, 8 meses y 3 semanas

El buscador se sintió terriblemente conmocionado. Aquel hermoso lugar era un cementerio, y
cada piedra era una tumba. Una por una, empezó a leer las lápidas. Todas tenían inscripciones
similares: un nombre y el tiempo de vida exacto del muerto. Pero lo que lo conectó con el
espanto fue comprobar que el que más tiempo había vivido sobrepasaba apenas los once
años… Embargado por un dolor terrible, se sentó y se puso a llorar.

El cuidador del cementerio pasaba por allí y se acercó. Lo miró llorar durante un rato en
silencio y luego le preguntó si lloraba por algún familiar.

– “No, por ningún familiar”, dijo el buscador. “¿Qué pasa en este pueblo? ¿Qué cosa tan
terrible hay en esta ciudad? ¿Por qué hay tantos niños muertos enterrados en este lugar?
¿Cuál es la horrible maldición que pesa sobre esta gente, que les ha obligado a construir un
cementerio de niños?”

El anciano sonrió y dijo:

– “Puede usted serenarse. No hay tal maldición. Lo que pasa es que aquí tenemos una vieja
costumbre. Le contaré…: cuando un joven cumple quince años, sus padres le regalan una
libreta como esta que tengo aquí, para que se la cuelgue al cuello. Es tradición entre nosotros
que, a partir de ese momento, cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abre la libreta
y anota en ella:

A la izquierda, qué fue lo disfrutado… A la derecha, cuánto tiempo duró el gozo…

Conoció a su novia y se enamoró de ella. ¿Cuánto tiempo duró esa pasión enorme y el placer
de conocerla? ¿Una semana? ¿Dos? ¿Tres semanas y media…? Y después, la emoción del
primer beso, el placer maravilloso del primer beso… ¿Cuánto duró? ¿El minuto y medio del
beso? ¿Dos días? ¿Una semana? ¿Y el embarazo y el nacimiento del primer hijo…? ¿Y la boda
de los amigos? ¿Y el viaje más deseado? ¿Y el encuentro con el hermano que vuelve de un país
lejano? ¿Cuánto tiempo duró el disfrutar de estas situaciones? ¿Horas? ¿Días?

Así, vamos anotando en la libreta cada momento que disfrutamos… Cada momento.

Cuando alguien se muere, es nuestra costumbre abrir su libreta y sumar el tiempo de lo
disfrutado para escribirlo sobre su tumba. Porque ese es para nosotros el único y verdadero
tiempo vivido”.

Jorge Bucay

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El archivo de Lara https://www.gestual.es/el-archivo-de-lara https://www.gestual.es/el-archivo-de-lara#comments Fri, 03 Aug 2012 11:50:21 +0000 http://www.gestual.es/?p=1337 La anciana había recogido y archivado todos los NO que le dieron desde que tenia consciencia.
Durante toda su vida se dedicó a recoger, a sembrar y cultivar toda clase de NO.
Se llamaba Lara, que significa voz del mar.
Cuando era una niña, le costaba mucho aceptar los NO y los tiraba al viento con rabia. Se enfadaba
y golpeaba el suelo con el pie derecho mientras iracunda cerraba los puños.
Pero los NO la acompañaban, recubriendo a la niña con una atmósfera densa y opaca que la hacia
sentirse excluida, rechazada, pequeña.
Cuando fue jovencita, se enamoró de Tomás. Estaba tan enamorada que con una tonelada de coraje,
le confesó sus sentimientos:
– Tomás, me gustas y me preguntaba si tal vez yo…si, yo. ¿Te gusto?
Él la miró con dulzura, sonrió brevemente con cariño y le contestó:
– NO. Te considero una buena amiga, pero no te siento como pareja.
Aquel NO no se quedó en la atmósfera, se convirtió en una semilla que le perforó el pecho como si
se tratase de una lanza y se plantó en su corazón.
Cuando se regó con las lágrimas de Lara, nació una planta con miles de NO como hojas que
ocuparon las paredes de su habitación.
La planta se enredaba en la mesa de madera, en la pared, en el marco de la ventana…
Lara pudo ver claramente a los NO e hizo un gran descubrimiento; ¡no todos los NO eran iguales!
Los había que eran NO de timidez,
NO orgullosos
NO de compromiso
NO decisivos
NO dudosos que envolvían un sí chiquitín
NO es NO
NO grandes, pequeños, rojos, grises, verdes
NO en diferentes idiomas
NO que tenían agujas y dolían
NO dulces
NO severos
NO que gritaban hasta perforar los tímpanos y el alma
NO que se sentían mal por ser quienes eran
NO soberbios
NO espontáneos
NO como muletillas
NO necesarios
NO convenientes
NO por ignorancia
NO
Lara observó que después de cada NO, caía un poco de polvo de tierra. Entonces se acercó al gran
NO de Tomás y recogió aquella arenilla que caía detrás del monosílabo.
Con la tierra en las manos, recordó que su hermana Paula también se había enamorado de Ana, una
amiga. Le confesó su amor, pero ésta le respondió que ésa misma tarde había aceptado salir con
Marcos, un chico con el que al mirarse se creaban pinceladas de fuego.
Paula, luego de pasar unos días llorando, aceptó aquel NO y aceptó que su amor no era
correspondido. Ésa aceptación la unió más a Ana siendo aún mejores amigas.
Así que Lara se acercó el NO de Tomás a los labios y lo besó.
Cuando lo aceptó pudo ver claramente como por arte de algún hechizo, un camino se abrió tras la
negativa. Lo siguió y al final del camino encontró a Carlos. Se amaron incluso después de que
Carlos se desvistiera de su carne para liberar su alma.
Lara era ya una anciana. Había dedicado toda su vida a clasificar, estudiar y cuidar a aquellos
monosílabos que tan mala fama tenían. Ella los amaba, sabia que detrás de cada uno, se abría un
nuevo camino. Los NO eran sorpresas por desvelar.
Lara regalaba NO a quienes los discriminaba, los rechazaba o los temía. Les mostraba que
aceptando el monosílabo, se descubría un camino detrás de la negativa. No siempre era un paseo
agradable, pero aceptar un NO conducía a actuar con consciencia y alegría tras reconocer su
naturaleza, entendiendo la razón de la negativa para avanzar hacia el propio destino de una manera
real y positiva.
También, Lara enseñaba a decir NO.A decirlo con honestidad, con suavidad o con firmeza. A
llamarlo por el nombre tan hermoso que era NO.
Hacia sesiones de NO,donde quienes acudían para entender el monosílabo, cantaban y se dejaban
acunar por el sonido del NO, hasta que este les dejara de hacer daño y ya no se sintieran marginados
por el significado.
El mismo día en que Lara se desnudó de su cuerpo, conoció a María.
María estaba sentada en el muro del puerto. Se despedía de la mañana, de la tarde, de la vida. Se
despedía para abrazar la noche eterna con la negra venda del suicido.
– ¿Por qué?_ preguntó Lara a los ojos de María, pues su alma se asomaba a través de ellos para
pedir ayuda.
– Porque estoy esclavizada a obedecer a los demás y a desobedecer mi interior. Soy una desconocida
para mi misma.
Lara miró a María y le regaló una llave extraña.
– El NO y el SI son lo mismo_ dijo Lara_ Son llaves del camino, del destino. Conócelos y date
permiso para regalar la llave de un NO a otro, para que así puedas descubrirte y encontrar tu lugar
en el mundo.
La anciana le legó el cuidado de los NO; para que los escuchase más allá de la dureza de su sonido,
para que hablase con ellos, para no sumirlos en una mala fama y darles su verdadero valor.
María la cogió. Era la llave de la puerta del archivo de Lara.
Cuando la Dama sin sombra reclamó la mano de María, la joven dijo un claro y convencido NO.
Entonces la antigua guardiana de los NO cogió la negra mano de la Dama. Cuando ésta le pidió ser
su pareja en la danza de la eternidad, Lara le contestó con una honesta sonrisa…SI.

Autora texto: Angie Albelda
Texto registrado

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Donde habita el olvido https://www.gestual.es/donde-habita-el-olvido Wed, 04 Jul 2012 16:05:06 +0000 http://www.gestual.es/?p=1108 Érase una vez una alfombra que estaba cansada de ser alfombra. Vivía en un amplio salón bien ventilado, luminoso y rodeada de compañeros de los que muchas veces sentía envidia: la estantería, apoyada contra una blanquísima pared, guardaba los libros que la nutrían de sabiduría. El rojo sofá, contra un gran ventanal, era arropado por dos grandes y suaves cojines que le acariciaban, el uno la cabeza y el otro, las puntas de los pies. En frente del sofá, el mueble donde dormía el equipo de música y que de vez en cuando despertaba para entonar las melodías que la alfombra tanto apreciaba y escuchaba en la lejanía.

Pero la alfombra se sentía cansada. Cansada de soportar el peso de la robusta mesa de madera de roble que los habitantes de aquella casa habían colocado sobre ella. Se sentía también triste, cuando a veces la pisoteaban con pies enfurecidos que al final acababan por reposar relajados en el mullido sofá…

Pese a todo esto, a la alfombra le gustaba aquel lugar y de vez en cuando charlaba con sus compañeros y estaba de acuerdo con ellos cuando comentaban lo mucho que apreciaban los rayos de sol que recibían durante el día y los prolongados momentos de soledad que afortunadamente tenían. Pero por las noches y en la oscuridad del silencio, la alfombra notaba con más fuerza el peso de la mesa. Le dolían los huesos, el alma, el corazón. Sentía en esos momentos una inmensa soledad y un inmenso frío pese a que yacía sobre un cálido suelo de madera…

Y sucedió un día que la casa donde la alfombra había vivido tantos años, cambió de habitantes y decidieron sustituir a sus viejos compañeros por otros más nuevos y modernos. El equipo de música que tantas veces había alegrado las tardes de aquel salón, se despedía de la estantería, de la mesa, del sofá, de la alfombra, con lágrimas en los ojos y sollozaba un réquiem que sólo la alfombra y sus queridos compañeros podían percibir. Todos fueron sustituidos y abandonados en un vetusto y mugriento almacén donde tarde o temprano acabarían hechos jirones…

Sólo la alfombra se salvó y fue trasladada a otra estancia. Doblada como si fuera una neula de chocolate cubierta de polvo, fue introducida en un largo y estrecho armario blanco. Sola, en la oscuridad, pasó días y días intentando hablar con su nuevo compañero, pero por lo visto no se entendían…pues nunca recibía respuesta.

Tras varias semanas de desesperación, pasó que al final la alfombra se dio cuenta de que echaba de menos su antigua vida: el peso de la mesa que había soportado durante años, ya no le parecía tan insoportable, el tacto furioso de los pies ennegrecidos que tanto le había entristecido antes, ahora le parecía reconfortante e incluso lo recordaba con ternura y las charlas con sus viejos compañeros de salón le hacían saltar lágrimas de nostalgia. Aquella había sido su vida y en ese preciso momento se percató de que, también ella, había sido útil para la vida de otros y dejándose caer doblada y derrotada en un rincón del fondo del armario recordó con melancolía el cálido suelo de madera donde siempre había dormido y comprendió.

Elena Peral

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Mirar la vida a los ojos https://www.gestual.es/mirar-la-vida-los-ojos Wed, 20 Jun 2012 09:16:23 +0000 http://www.gestual.es/?p=1091 Nur era una princesa que vivía en lo alto de una Torre de Colores. Desde allí arriba podía ver todo el reino, y en su torre se sentía bien, segura y feliz. Tenía todo lo que una princesa podía desear: amigos, juguetes, fiestas, teatro, príncipes azules…
La princesa era muy apreciada y querida por todo el reino, aunque algunos decían que era demasiado soñadora y que perdía el tiempo leyendo libros y contando cuentos. Y es que a Nur le encantaba actuar y disfrazarse, y siempre se inventaba historias que contaba a los más pequeños y a todos lo que querían escucharla. “Lo que tiene que hacer una princesa es prepararse para gobernar el Reino”- le decían los más sabios-.
¿Alguien había pensado en lo que ella realmente quería? ¿Había pensado ella en cómo quería que fuera su vida? Durante sus 27 años, se había limitado a seguir los pasos de la gente que quería, había estudiado mucho, había aprendido buenos modales y a comportarse como una princesa. Y con todo eso, había escondido sus propios sueños en un cajón, esperando poder contemplarlos algún día. Nur estaba ya cansada de la torre y anhelaba cruzar sus muros, ser una gran actriz, y vivir su vida sin depender de los demás.
Cada noche, la princesa, se asomaba a la ventana a contemplar las estrellas y a imaginar cómo se verían desde otro lugar. Una de esas noches, una estrella fugaz, dejó en el alfeizar de su ventana un ojo de cristal. Era un ojo mágico y a través de él podías ver todo lo que ya habías vivido. A través de ese ojo, la princesa, pudo ver la vida que llevaba en esa Torre de Colores. Al verse allí, encerrada en ese mundo, tan cómoda, sin riesgos, sin aventuras… Sintió un gran vacío en su interior. Y entendió que no podía quedarse allí más tiempo. Quería mirar la vida a los ojos y no desde una Torre.
No sabía qué había fuera y no le importaba. Estaba decidida a aceptar el riesgo y a andar lo que hiciera falta. Sabía lo que dejaba atrás, y aunque sintió tristeza por su familia, por el príncipe azul y por sus amigos, pensó que ellos lo entenderían. Al fin y al cabo, se trataba de un “Hasta luego”, ya que siempre podría volver a su hogar.

Nur no necesitaba mucho para viajar. Unas cuantas mudas, un poco de comida y agua para el camino, algo de oro, y ese ojo de cristal, que se convirtió en su amuleto.

Justo cuando lo tenía todo preparado, apareció una bandada de pájaros que la esperaban para que volara con ellos. Y se la llevaron lejos de su Reino. Nur veía como la Torre cada vez se hacía más y más pequeña, y como había un más allá, más allá del Reino.
Estaba emocionada.

Después de horas de vuelo, los pájaros la dejaron en una gran ciudad, a orillas del Mar Mediterráneo, Barcino. No tenía dónde ir, no conocía la ciudad, se sentía perdida y empezó a dudar de su decisión. “Quizá tendría que haberlo pensado mejor”- se decía- “¿Qué será de mí aquí?” Entonces, recordó que llevaba el amuleto al cuello, y miró a través de ese ojo de cristal, y recordó que lo que dejaba atrás ya no le servía, al menos por ahora.
Más tranquila y segura, anduvo por las calles de Barcino, sin rumbo, dejándose asombrar por la belleza de la ciudad. Pero el tiempo corría y la noche iba llegando. “¿Dónde dormiré?” Nur iba por las calles en busca de alguna posada donde poder pasar la noche, cuando se le acercó una mujer morena, con profundos ojos negros…

  • – Muchacha, ¿te has perdido?
  • – Acabo de llegar a la ciudad y no tengo dónde pasar la noche…
  • – No te preocupes. Mi casa no es muy grande pero hay sitio para las dos. Puedes quedarte conmigo, me hará bien un poco de compañía.

Nur, no lo dudó. No conocía a la mujer, pero tenía algo que le resultaba familiar y le daba confianza, su corazón le dijo que la siguiera, y el corazón no miente.
Se instaló en casa de Luz de Día, que así se llamaba la misteriosa mujer. Y allí se quedó unos días, descubriendo y conociendo la ciudad que se abría a sus pies.
Pronto, decidió buscar trabajo como actriz, al fin y al cabo, lo que mejor sabía hacer era contar historias y ponerse en la piel de otros personajes. Y aquí, la suerte, si es que existe, también le fue generosa.
En una de las plazas de la ciudad, se encontraba una compañía de cómicos preparando las cosas para empezar un espectáculo. Nur se acercó a ellos y escuchó que todos discutían airados. Una de las cómicas se había marchado sin decir nada, la función empezaba en una hora y necesitaban a alguien para sustituirla. Nur no lo dudó, se acercó a ellos y se ofreció. En una hora, lo tenía todo listo. La función tuvo mucho éxito, y esos cómicos, que eran muy conocidos en la ciudad, la contrataron para su compañía.
Con el dinero que ganaba trabajando con la compañía de teatro, Nur pudo alquilar un bonito piso en un barrio de Barcino, cerca del Mar. Desde su ventana, todas las mañanas podía ver el mar y sentir el olor a salitre.
Pronto empezaron a buscarla de más compañías de teatro para trabajar, e incluso, le salió un contrato para rodar una película de cine que tuvo mucho éxito. Nur sentía que todo le iba bien profesionalmente y estaba satisfecha y feliz. Su proyecto de ser actriz se había cumplido, había descubierto una nueva ciudad, estaba aprendiendo nuevas formas de hacer teatro, seguía contando historias y ayudando a la gente a través de ellas, tenía amigos… Solo echaba de menos el amor…
Muchas veces pensaba en el príncipe que había dejado atrás en el Reino. Nur deseaba que se reuniera con ella en Barcino. Por las noches, seguía asomándose a la ventana, ahora de su bonito piso cerca del mar, para ver las estrellas, y se preguntaba, si él también las estaría mirando.
Una mañana, tocaron a la puerta. A penas acababa de salir el sol, y el cielo aún estaba teñido de malva. Nur, abrió la puerta y encontró a su príncipe al otro lado. Le esperaba con una gran sonrisa y un inmenso abrazo. Los corazones de ambos latían deprisa, llenos de emoción, y sus latidos podían escucharse desde toda Barcino. Al final, el amor siempre te devuelve lo que le das.
No se sabe como terminará el cuento. Puede que el Príncipe se quede en Barcino, puede que Nur vuelva a su Torre, puede que cada uno ande su propio camino… Pero eso ya son cosas del futuro, y el mañana es demasiado inseguro para planes.
Nur fue a por lo que quería… Y eso es lo que cuenta.

– FIN –
Nuria García

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